La Antigüedad tardía (476-711)
Algunos utilizan esta
calificación para referirse al periodo
de transición entre la Edad Antigua y la Edad Media. Cronológicamente cubriría el
periodo que va desde la crisis del siglo III, que marca el comienzo de la
descomposición de la Antigüedad clásica, hasta la expansión musulmana y la
constitución del Imperio carolingio (finales del siglo VIII), procesos que
representaron el asentamiento definitivo del mundo medieval.
Henri Pirenne (Mahoma y Carlomagno) puede considerarse el
creador del concepto de Antigüedad Tardía, según él, la caracterización
definitiva de lo medieval se encuentra en la aparición del Imperio de Carlomagno y la llegada del Islam a Europa; y los procesos que
acarrearon: la ruptura de la unidad de la cuenca del Mediterráneo (en lo
económico y en lo ideológico, una verdadera frontera de civilizaciones) y el
cierre en sí misma de Europa Occidental o Cristiandad latina, previamente
separada de la Cristiandad oriental del Imperio bizantino.
Henri
Pirenne, Mahoma y Carlomagno
Para los historiadores materialistas (Perry Anderson,
Transiciones de la Antigüedad al Feudalismo),
el periodo de la Antigüedad tardía coincidiría con la transición del modo de producción
esclavista al modo de producción feudal.
La Antigüedad tardía es un amplio periodo
de transición en todos los ámbitos: en lo económico para la transición entre el
modo de producción esclavista y el modo de producción feudal; en lo social,
para la desaparición del concepto de ciudadanía romana y la definición de los
estamentos medievales, en lo político para la descomposición de las estructuras
centralizadas del Imperio romano que dio paso a una dispersión del poder; y en
lo ideológico y cultural para la absorción y sustitución de la cultura clásica
por las teocéntricas culturas cristiana o islámica (cada una en su espacio).
Rómulo
Augústulo renuncia a su corona ante Odoacro. Grabado de Charlotte Mary Yonge
(1823-1901)
De forma convencional se acepta que el
inicio de la Edad Media comienza el año 476, con la caída del Imperio romano de
Occidente cuando Rómulo Augústulo es depuesto por los hérulos del rey
Odoacro en la ciudad de Roma.
Tremisis
de Rómulo Augusto (31 de octubre de 475–4 de septiembre de 476)
Podemos considerar que ese proceso
empieza con la crisis del siglo III, vinculada a los problemas de reproducción
inherentes al modo de producción esclavista, que necesitaba una expansión
imperial continua que ya no se producía tras la fijación del limes romano. Posiblemente también
confluyeran factores climáticos para la sucesión de malas cosechas y epidemias;
y de un modo mucho más evidente las primeras invasiones germánicas y
sublevaciones campesinas (bagaudas),
en un periodo en que se suceden muchos breves y trágicos mandatos imperiales.
Desde Caracalla
la ciudadanía romana estaba extendida a todos los hombres libres del Imperio,
muestra de que tal condición, antes tan codiciada, había dejado de ser
atractiva. El Bajo Imperio adquiere un aspecto cada vez más medieval desde
principios del siglo IV con las reformas de Diocleciano que acentuaran las diferencias
sociales. Se difumina la diferencia entre los esclavos, cada vez más
escasos, y los colonos, campesinos libres, pero sujetos a condiciones cada vez
mayores de servidumbre, pierden la libertad de cambiar de domicilio, teniendo
que trabajar siempre la misma tierra; herencia obligatoria de cargos públicos
-antes disputados en reñidas elecciones- y oficios artesanales, sometidos a
colegiación -precedente de los gremios-, todo para evitar la evasión fiscal y
la despoblación de las ciudades, cuyo papel de centro de consumo y de comercio
y de articulación de las zonas rurales cada vez es menos importante; los
poseedores de tierra se aristocratizan,
a la vez que se ruralizan, avanzando hacia el feudalismo, sobre todo en
Occidente, que queda desvinculado de Oriente con la partición del Imperio.
Villa
romana de Sant Boi. Fuente: Arqueólogos
Tras
los cambios económicos y estructurales se producen los cambios de superestructura.
El hombre sufre y tiene la sensación de que ha llegado al final de un ciclo, al
final del mundo, sufrimiento que se ve aliviado por religiones
providencialistas como el cristianismo, que prometen una vida feliz en al más
allá. Implantación del cristianismo como nueva religión oficial por el Edicto de
Tesalónica de Teodosio I el Grande (380) precedido por el Edicto de Milán
(313) con el que Constantino I el Grande recompensó
a los cristianos por su supuesta ayuda en la Batalla del Puente Milvio (312), un puente de piedra que atravesaba el
Tíber conectando la Vía Flaminia con la capital imperial.
Constantino
presidiendo el Primer Concilio de Nicea (325)
El
sistema de gobierno impuesto por Diocleciano –la Tetrarquía- (forma de gobierno
en la que el poder lo ejercen cuatro personas conocidas como tetrarcas) acabó
cuando este emperador y Maximiano renunciaron al poder y los
administradores provinciales comenzaron a disputarse el control del Imperio,
para lo que necesitaban un líder joven y fuerte para restablecer el orden. Gobernaba
entonces el débil Constancio Cloro, del que era pariente
Constantino. Cuando Constancio murió, el 25 de julio de 306, sus
tropas proclamaron Augusto a Constantino en Eboracum (York), mientras que
en Roma, el favorito a la sucesión era el heredero de Maximiano, llamado Majencio.
Giulio
Romano, Battaglia di Ponte Milvio. Fresco de la sala de Constantino, El
Vaticano.
Majencio ordenó levantar su campamento en
frente del Puente Milvio, estratégico e inexpugnable camino de acceso a Roma.
Allí acudió Constantino y, mientras preparaba la batalla, tuvo una visión
nocturna que lo llevó a combatir bajo la protección del Dios cristiano. La
descripción de esta visión varía en función de la fuente que la relate. Algunos
aseguran que esta visión consistía en la aparición de la señal de la cruz
acompañada por una voz que le decía a Constantino «en este signo, conquistarás»
en griego. Lactancio
afirma que la visión le dijo que debía «delinear la marca celestial en los
escudos de sus soldados». El futuro emperador obedeció y marcó los escudos con
el símbolo de Cristo; Lactancio describe este signo como un «staurogram», una
cruz latina con su extremo superior redondeado en forma de P. A pesar de ello,
no existen pruebas de que Constantino utilizara alguna vez el staurogram; de hecho, ciertos
historiadores defienden que empleó la famosa chi-rho, letras iniciales griegas
X y P (Ji y Ro) del nombre en griego de Cristo (χριστóς).
Fragmento
de Giulio Romano, Battaglia di Ponte Milvio. Fresco de la sala de Constantino, El
Vaticano.
Cruz chi-rho y la staurgram
Eusebio
en su "Vida de Constantino"
cuenta que Constantino y sus hombres se encontraban marchando cuando el
emperador levantó la vista y observó que, por encima del Sol, se alzaba una
cruz luminosa con estas palabras: «Εν Τούτῳ
Νίκα», cuya traducción al latín es “in hoc signo vinces” - «en este
signo, vencerás». En ese momento Constantino no tenía claro cuál era el mensaje
que trataba de transmitirle esta revelación, no obstante, esa noche soñó con
Cristo, que le decía que debía emplear ese signo contra sus adversarios. En
este relato Eusebio describe el lábaro, el estandarte militar que usó
Constantino durante el conflicto que le enfrentó a Licinio.
El lábaro de Constantino
Este símbolo no estaba destinado a
representar a Cristo, ya que no existen evidencias que prueben que el chi-rho era considerado una marca
cristiana antes del reinado de Constantino. Se cree que los griegos usaron ya
un estandarte de una figura parecida al lábaro, el vexillum, un estandarte en forma de cruz que servía para sostener
una tela o bandera con inscripciones. El lábaro fue utilizado desde la época
del Emperador Adriano, siglo II. Este símbolo lo utilizó Constantino por
primera vez en una moneda de oro (c. 315), lo que viene a demostrar que
Constantino había empezado a emplearlo por esta época, aunque no de una forma
destacada. Sólo hizo un uso extensivo del chi-rho
y del lábaro durante el conflicto con Licinio.
Vexillum de
una legión romana
Moneda
del emperador Constantino I
Centenionalis a
nombre del emperador Constante
Maiorina
a nombre de Majencio
Lábaro
en el díptico consular de Probo
También el Sol Invictus -el Sol
Invicto- era empleado frecuentemente en el labrado de monedas y monumentos
constantinianos años después de esta victoria. La visión de Constantino ha sido
interpretada como un fenómeno meteorológico (p. e. un halo) que podría haber
sido modificada con el fin de encajar con las creencias de los seguidores
cristianos del emperador.
Moneda
de Constantino, con una representación del Sol Invictus y la inscripción SOLI
INVICTO COMITI, c. 315. Fuente: Wikipedia
La curia romana también falsificó el
documento conocido como Donación de Constantino (Latín: Donatio Constantini) un decreto imperial
apócrifo atribuido a Constantino I según el cual, al tiempo que se reconocía
como soberano al Papa Silvestre I, se le donaba la ciudad de Roma, las
provincias de Italia y todo el resto del Imperio romano de Occidente, creándose
así el llamado Patrimonio de San Pedro.
La autenticidad del documento era puesta
en duda ya durante la Edad Media, pero el humanista Lorenzo Valla pudo
demostrar fehacientemente en 1440 que se trataba de un fraude de la curia
romana, ya que mediante el análisis lingüístico del texto no podía estar
fechado alrededor del año 300, como pretendía la Iglesia. El análisis
lingüístico del texto incorporaba giros idiomáticos y palabras que no existían
en el latín de los años finales del Imperio Romano. Inclusive el texto mostraba
la palabra "feudo" que era un concepto desconocido en Europa a
inicios del siglo IV, por lo cual la fecha de redacción de la
"Donación" debía ser forzosamente posterior. Pocos años antes, el
cardenal y humanista Nicolás de Cusa también había planteado que el documento
era una falsificación.
A
continuación veremos resumidos la serie de hechos catastróficos que afectaron
al Imperio romano. Seguramente su concatenación supusieron un duro golpe para
acelerar su caída, sin embargo, la causa última está en las contradicciones
internas del modo de producción esclavista.
-Sucesivos saqueos de Roma por los godos de Alarico I en el 410, por los
vándalos en el 455, por las propias tropas imperiales de Ricimero en 472 y por
los ostrogodos en 546.
-La pavorosa irrupción de los hunos de
Atila (450-452), con la Batalla
de los Campos Cataláunicos y la extraña entrevista de Atila con el papa León I
el Magno que acaeció en el río Mincio, cerca de Mantua, y logró la retirada de
los hunos.. No sabemos qué le dijo. Algunos, como Prisco, cuentan que Atila fue presa de un temor
supersticioso: temía sufrir el mismo destino de Alarico, que murió poco después
del saqueo de Roma en el 410. Próspero de Aquitania afirma que el papa León con
su elocuencia, ayudado por las apariciones de San Pedro y San Pablo, le
convenció para que se retirara de la ciudad.
El
encuentro de León Magno con Atila. Rafael Sanzio, 1513- 1514. Museos Vaticanos,
Roma, Ciudad del Vaticano. San Pedro y San Pablo aparecen flotando en el cielo.
Para algunos historiadores, puede que las
epidemias y hambrunas que coincidieron con la invasión de Atila debilitaran su
ejército, o que las tropas que Marciano envió al Danubio le forzaran a
regresar, o quizá ambas cosas.
- El derrocamiento de Rómulo Augústulo (último emperador romano de
Occidente), por Odoacro el jefe de los hérulos en 476.
La Velleta Verda història
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